EXPANSION 2012EXP22DIMAD8.59122/12/201407:30OpiniónBúfalo Bill revisitado (11686587)22/12/1402:31GENERALBúfalo Bill revisitado196766.28236099.993270830.00047332.5000.0000.00026689441.jpg196800.04445007.460227195.25465366.4240.0000.000El estadounidense William F. Cody, conocido como Búfalo Bill, mataba muchos búfalos, pero si se le hubiese ocurrido dispararle a una sola vaca habría dado con sus huesos en la cárcel. Como casi todos los economistas, siempre pensé que la cuasi extinción de los bisontes norteamericanos obedecía a que no eran de nadie: por eso Búfalo Bill y cualquiera podían matarlos sin problema alguno. Un caso de “tragedia de los comunes”, según el artículo clásico de Garrett Hardin, que pronosticó que todo recurso no apropiable tenderá a ser explotado en exceso.
El caso es parecido al de los que repiten como loros que los faros son bienes públicos que el mercado no puede suministrar, sin mencionar la ya vieja refutación del premio Nobel de Economía Ronald Coase. El profesor Peter J. Hill acaba de publicar un artículo donde reclama para los búfalos el mismo espíritu crítico del gran Coase sobre los bienes públicos (Are All Common Tragedies? The Case of Bison in the Nineteenth Century, The Independent Review, primavera 2014).
Que los búfalos casi se extinguieron no cabe duda: había 30 millones a principios del siglo XIX y apenas un millar a finales. Recuerda Hill que los bisontes no se pueden domesticar, ni se mantienen junto a sus congéneres como los vacunos, de modo tal que para comercializar su carne había que sacrificarlos in situ, cortar el cuero y las piezas de carne y transportarlos hasta el tren. El historiador económico y también premio Nobel Robert Fogel observó que el coste del transporte en carromatos no se redujo durante el siglo XIX y tampoco mejoraron mucho las carreteras. Es decir, lo lógico era criar vacas, no bisontes, que sólo se mataban por razones económicas si estaban junto al ferrocarril. Por cierto, así empezó Búfalo Bill: le contrataron para alimentar a los trabajadores de la Kansas Pacific Railroad, y sólo mató a búfalos que pastaban cerca de las vías.
Mayor rentabilidad
No fue, por tanto, la falta de propiedad de los bisontes lo que casi acabó con ellos, sino la vasta mayor rentabilidad del ganado vacuno, al que arriaban los vaqueros hasta las cabezas de las líneas ferroviarias. Y no había, en efecto, propiedad privada de los búfalos, pero porque no valía la pena establecer esos derechos: Hill razona que aunque los hubiese habido, de todas maneras habrían sido desplazados por las vacas. Sin embargo, los búfalos no desaparecieron completamente, y hubo un momento en el que se volvieron, a pesar de todo, valiosos. Fue cuando escasearon, y se establecieron entonces derechos de propiedad, que perduran hasta nuestros días, cuando hay unos 220.000, que son explotados tanto por su carne como para recreación turística. El 90% de los búfalos estadounidenses son de propiedad privada.196766.28269811.500270830.000287108.5000.0000.000Garrett Hardin pronosticó que todo recurso no apropiable tenderá a ser explotado en exceso218624.460175334.401270830.000194504.3330.0000.000Carlos Rodríguez Braun225988.67355784.445269278.69564660.8570.0000.000VISIÓN PERSONAL233986.96550946.686270784.42256809.8510.0000.000