EXPANSION 2012EXP28AGMAD8.18828/08/201307:30Directivos en veranoLa honradez política nórdica (10276164)28/08/1301:09EXPANSION.ES/$Economía/$4579/$Directivos/$5794GENERALCLICHÉS ANTILIBERALES169909.26739839.461270829.60451460.9630.0000.000La honradez
política nórdica169909.26754825.454270829.98681050.9470.0000.000Carlos Rodríguez Braun. Madrid
Los liberales suelen apreciar la frase de Lord Acton: “El poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Pero esta idea no sirve como valladar contra los intervencionistas que suelen recurrir a su paraíso: las naciones del Norte de Europa. Y así como subrayan la eficacia del Estado de bienestar en países como Suecia, también insisten en que allí no se cumple la vieja máxima que sugiere que el poder y la virtud se hallan entre sí en proporción inversa.
El modélico Welfare State nórdico es, efectivamente, en muchos aspectos un mito, y los propios gobernantes de esos países lo han ido recortando para que la presión fiscal, que sigue siendo elevadísima, no acabe del todo con la riqueza y el bienestar.
Pero la honradez política nórdica no parece ser un cuento, sino una realidad. Todas las investigaciones que se realizan sobre la corrupción arrojan el mismo resultado: Suecia, Noruega, Dinamarca y Finlandia han dado el esquinazo al viejo Lord Acton, porque son Estados muy onerosos, y sin embargo las Administraciones Públicas son manifiestamente más honradas que las de otros países cuyas autoridades infligen a sus súbditos una presión fiscal menor.
La clave no reside en que no haya relación entre poder y corrupción, sino en que la corrupción no sólo tiene que ver con el intervencionismo en términos generales pero sí con su forma en términos concretos. Y los países nórdicos tienen una peculiaridad económica característica de las naciones pequeñas y que guarda una importante relación con la corrupción: son economías abiertas.
En efecto, los grandes Estados de esos países conviven con mercados libres y empresas privadas competitivas. Esa apertura y competitividad fue lo que permitió que acumularan riqueza, una riqueza que después el Estado empezó a arrebatarles a ciudadanos y empresas en cantidades crecientes (los países no son ricos porque tengan Estados grandes, sino que tienen Estados grandes porque son ricos, es decir, porque los pueden financiar; a la fuerza, claro, pero pueden).
La forma que adoptó la usurpación fiscal fue reflejo de la apertura de la economía, es decir, fue mediante impuestos muy generales aplicados sobre todos los trabajadores y todas las empresas. Esta fiscalidad es dañina para el crecimiento, como lo saben ellos y lo sabemos los demás ciudadanos de los demás países. Sin embargo, en la medida en que adopte la forma de tributación general no propicia tanto la corrupción como en los países cuyas autoridades intervienen de modo arbitrario y sectorial. Las economías hiperreguladas, así, son más proclives a la corrupción porque facilitan la alianza entre los políticos cuya intervención puede generar ingresos y los grupos de presión (empresariales, burocráticos, sindicales) que pueden beneficiarse de ellos.
Por lo tanto, antes de ponernos solemnes alegando que en nuestro país hay “corruptores” que arruinan la moral de los políticos, deberíamos pensar en las características institucionales del intervencionismo y el marco más o menos competitivo de la economía en la que interviene.170142.46281050.947251989.571358291.8200.0000.00022711780.jpg213239.30482462.069270829.975167220.4290.0000.000Lord Acton dijo: “El poder tiende a corromper, y el absoluto corrompe absolutamente”.213239.315169203.039270829.986177754.3690.0000.000Los países nórdicos tienen una peculiaridad económica propia de las naciones pequeñas: son economías abiertas213125.552250701.725270829.986269434.2160.0000.000