EXPANSION 2012EXP14AGMAD8.48214/08/201407:30Directivos en veranoEmpresas responsables (11253488)14/08/1403:13GENERALEMPRESA Y POLÍTICA169909.28339839.477270829.99151460.9790.0000.000Empresas responsables169909.28354825.470270830.00069811.5000.0000.000Carlos Rodríguez Braun Sotogrande
Una de las consignas más dañinas para las empresas es, paradójicamente, la que parece más benévola: la idea de que la empresa debe ser socialmente responsable. El mensaje ha sido comprado por muchas empresas, y masivamente por políticos, sindicatos y la opinión pública.
De manera insidiosa, la retórica que propicia la responsabilidad social de las empresas sugiere que en realidad no lo son y, como se trata de un objetivo sin duda loable, de hecho, como las empresas deben ser socialmente responsables, entonces alguien tendrá que obligarlas a serlo. ¿Quién es ese alguien? El Estado, evidentemente, cuya responsabilidad social se da siempre por supuesta. Es esta asimetría lo que ha volcado al intervencionismo mayoritario la causa de la responsabilidad social corporativa (RSC).
El lado intervencionista
Políticos, sindicalistas, directivos y analistas peroran solemnes sobre la responsabilidad empresarial. Sus encuentros, debates y declaraciones revelan que la RSC no es más que un nuevo disfraz de una vieja noción que excluye a las empresas de las normas del Estado de Derecho. En efecto, las empresas son culpables de entrada, mientras no se demuestre lo contrario (y a menudo aunque se demuestre), con lo que deben estar todo el rato probando que no son malvadas. Como cualquiera sabe, esto no sólo es prácticamente imposible sino que pone toda la iniciativa en el lado intervencionista, que podrá manejar arbitrariamente el grado en que se da por satisfecho con las explicaciones de las empresas.
Muchos directivos y empresarios, si no asumen directamente que esta agresión antiempresarial es algo inocuo o incluso plausible, procuran neutralizar el peligro que comporta la RSC transformándola en un elemento propiciador de su propia imagen: después de todo, si la empresa X realiza acciones que promueven su responsabilidad, siempre será mejor que la empresa Y, que no las realiza. ¿Verdad?
Pues no, no es verdad. Primero, porque esas acciones podrán ser incluso condenadas por la corrección política imperante, como si fueran mera propaganda (nótese que la publicidad sólo es condenable cuando la llevan a cabo las empresas: si lo hace el poder, el Estado, en cambio, es un ejercicio loable de transparencia).
En segundo lugar, y mucho más importante, si las empresas ignoran que todo en la RSC invita a la coacción anti-empresarial pueden caer en la ingenuidad, de creer que las campañas de imagen las protegerán en última instancia de las incursiones punitivas del poder político y legislativo. Esto nunca es así porque, como hemos visto en un artículo anterior, no existe un poder económico asimilable al político, que puede hacer con y contra las empresas prácticamente cualquier cosa. Lógicamente, sin responsabilidad social alguna.170142.47969811.500251989.588279615.5000.0000.00025410685.jpg170168.770279615.500270829.991350798.9690.0000.000Todo en la RSC invita a la coacción antiempresarial.170168.770352210.080270829.991355956.5780.0000.000Si la empresa X hace acciones de RSC siempre será mejor que la empresa Y, que no las realiza. ¿Verdad? Pues no213266.668164756.625270830.000184189.1110.0000.000