EXPANSION 2012EXP12MYMAD9.33712/05/201704:00EmpresasEmpresasEmprender y normalidad (14732797)12/05/1700:20PINTOEmprender y normalidad18169.977204562.907270829.991219329.5010.0000.00033580846.jpg18169.983218041.43448565.193238400.3980.0000.000Alrededor de la figura del emprendedor la literatura de management ha contribuido a crear un halo de excelencia, según el cual éste es una persona que asume riesgos, espíritu aventurero, valiente, decidida, amante de la libertad y autonomía individuales, con grados importantes de confianza y seguridad en sí mismo. En su versión más distinguida serían chicos prodigio, sobradamente dotados para imaginar productos y servicios diferenciales, para fundar empresas singulares. Enfrentados a este paradigma de visionarios heterodoxos, no es de extrañar que muchos hombres y mujeres normales, trabajadores, sencillos, preparados, ante la posibilidad de lanzar sus propios proyectos, desistan del intento. Conservadores, realistas, prudentes, piensan que no responden al patrón de emprendedor disruptivo. Demasiado convencionales, truncan así planes esperanzadores.
El profesor de Wharton, Adam Gant, en su último libro, Originals, sale al paso de arquetipo tan extendido. Escrito en un estilo ágil, ameno, rico en ejemplos y experiencias reales, dibuja un retrato del emprendedor mucho más simple. El primer caso en el que se inspira es Warby Parker, empresa fundada en 2010 por cuatro jóvenes. Todos ellos usuarios de gafas, como las consideraban un producto médico, entendían lógico y justificado su alto precio.
Sin embargo, les picaba la curiosidad, el punto de partida común de todo emprendedor. Hicieron un trabajo de investigación en el que vieron que la industria estaba dominada por Luxotica, una compañía europea de 7 billones de dólares, propietaria de varias empresas y licencias. Seis meses antes del lanzamiento de Warby Parker, uno de sus socios, Neil Blumenthal, era alumno de Grant en Wharton. Había aceptado un trabajo en consultoría, otro estaba en venture capital, otro en healthcare. No estando seguros de la bondad de su idea, vender gafas online a precios rebajadísimos, trabajarían en el proyecto en sus ratos libres. Sólo uno de ellos, Jeff, gracias a una beca se dedicaría full time al proyecto. A Grant le ofrecieron invertir en la start up, declinando agradecido el ofrecimiento. Los vio demasiado como él, apegado a la seguridad del tenure (su puesto) en Wharton. No tenían la garra necesaria, jugaban a lo seguro, despacio, sin comprometerse del todo, pensando en las ventajas de sus ofertas de empleo. En 2015, la revista Fast Company divulgó la lista de empresas más innovadoras, con Warby Parker en primer lugar. Con 500 personas en su plantilla, su valor estaba en torno al billón de dólares. Menudo olfato inversor, comenta con ironía de sí mismo Grant.
A partir de este arranque, el autor de Originals completa su visión alternativa con otros ejemplos, algunos muy conocidos del gran público. Destaca el caso de Steve Wozniak, fundador de Apple con Steve Jobs. Él no quería dejar su puesto de ingeniero en Hewlett- Packard. “Pretendía estar en HP toda mi carrera profesional. No quería empezar una compañía, estaba asustado”, admite con sinceridad. Solo después de ser animado por Jobs, varios amigos y sus padres se decidió a dar el salto. Aun así y todo, durante el primer año de la nueva empresa, 1976, continuó trabajando full time en HP. Los fundadores de Google, Larry Page y Sergey Brin no dejaron sus estudios en Stanford hasta dos años después de iniciar su buscador en Internet. “Casi no empezamos Google, reconoce Page, estábamos muy preocupados pensando en abandonar nuestro doctorado”. El autor de Dilbert, Scott Adams, trabajó en Pacific Bell durante siete años después de su primer y exitoso cómic. Para Pierre Omidyan, eBay solo era un hobby. Continuó trabajando como programador al principio y solo lo dejó cuando su descubrimiento le generaba importantes ingresos. Retrocediendo en el tiempo, Henry Ford sentó las bases de su imperio mientras trabajaba como ingeniero en Thomas Edison. Estuvo allí dos años, tiempo donde diseñó un carburador y ganó dinero con la patente.
La lista de casos podría continuar hasta el infinito. Así que ya sabe. Si está pensando en emprender algo y tiene dudas, temores, reservas a dejar su puesto de trabajo actual, querencias a disfrutar un colchón de seguridad, reticencias al riesgo inherente al plan visualizado, si contempla solo una dedicación a tiempo parcial hasta que cuaje y le absorba totalmente, en definitiva, si se debate entre sentimientos encontrados, lejos de ser factores sospechosos de su actitud y potencial, probablemente sean las razones ocultas de un triunfo futuro. Al final del viaje no se arrepentirá de haber fallado, sino de no haberlo intentado. O sea que, hecho el análisis, sopesados pros y contras, contemplados diversos escenarios –incluya en su equipo al pesimista que hace las preguntas más puñeteras, que se pone en lo peor– es tiempo de actuar, de lanzarse a la piscina. Así se aprende a nadar… y a emprender. ¡Suerte!18169.972219548.900270829.980358288.3430.0000.000opinión21329.765223980.66077934.471229843.8250.0000.000Santiago Álvarez de Mon44249.975228818.41976401.500237694.8310.0000.00033580845.jpg82327.250221824.628142244.000290855.0000.0000.000Steve Wozniak fundó Apple con Steve Jobs.82561.453292833.983142107.219296580.4810.0000.000Steve Wozniak, Larry Page y Sergey Brin mantuvieron sus empleos mientras desarrollaban Apple y Google146756.000221082.611207025.001240852.6790.0000.000Profesor del IESE211249.859352505.222270829.986356263.8810.0000.000